Eudora Welty tenía 35 años cuando el cartero subió los escalones del porche de su casa en Jackson, Mississippi, y llamó a la puerta. Todos en Jackson conocían a Eudora. La ciudad es la capital del Estado de Mississippi, pero hubo un tiempo, cuando Welty era una niña, en que era posible ir a pie a todas partes y, al caminar, se escuchaba la música de los pianos saliendo por las ventanas abiertas. Como buen vecino de Jackson, el cartero estaba al tanto de que Eudora seguía soltera y se ganaba la vida como escritora, igual que era capaz de decir sin equivocarse a qué se dedicaban los otros dos hermanos Welty. Lo que el hombre no sabía es qué había dentro de ese sobre blanco que firmaba un tal William Faulkner. "You're doing all right". Eso era exactamente lo que William Faulkner había escrito a Eudora Welty: "Lo estás haciendo bien". Así comienza un artículo aparecido en el suplemento Babelia en agosto del 2001. Y si el tan admirado Faulkner en el pueblo de “Amanece que no es poco” dice eso de la escritora que nos visita esta vez en el club, es señal de que estamos antes una gran escritora.
Una mujer que supo conservar su ojo fotográfico para describir la norteamérica gris y sureña. Una gran maestra del relato y también de la novela. Nosotros leeremos una de sus obras más conocidas “La hija del optimista”. Espero que os guste y disfrutemos de una de las voces más profundas y contundentes de la literatura estadounidense.
La Hija del Optimista comenzó siendo un relato corto a la
que Welty después de dos años de trabajo, terminó dando forma de novela. Esfuerzo que vio recompensado por la buena acogida que la misma tuvo tanto por la crítica como por el público, y por la que finalmente recibió el Premio Pulitzer en el año 1973.
La novela nos narra la historia de Laurel, la hija del Juez McKelva, que regresa a Nueva Orleans por la operación en un ojo de su padre, y su posterior muerte al no recuperarse de la misma. Este es el punto de partida en el que Welty sitúa una historia tan intensa como íntima, donde nos va a mostar ese gran escenario que es el sur norteamericano, compuesto por unas costumbres y unos personajes muy peculiares, y que a pesar que ha sido retratado en innumerables ocasiones, esta vez Welty pone el acento en la visión de una mujer, y a través del rastreo de su pasado y su familia nos va a mostrar un universo nuevo, diferente e intenso, con muestras de una gran madurez narrativa y de ejercicio literario, como por ejemplo, cuando en la segunda parte de la novela es capaz de reproducir de una forma sublime los diferentes diálogos que se producen entorno al cadáver del juez mientras le están velando, rotando de personaje en personaje y consiguiendo dar a cada uno de ellos una particular voz que los diferencia y los retrata, plasmando de esta forma tan inteligente una fotografía dinámica de un pueblo, de una generación y de un Estado.
Pero la fuerza narrativa de esta novela se encuentra en la tercera y la cuarta parte de la misma, cuando Laurel recuerda el pasado de su madre "allá arriba, en casa" figura que se convierte en un leitmotiv intenso, íntimo, melancólico y autobiográfico con el que tiñe el relato de epopeyas y sentimientos desgarradores, tejiendo bajo ese impulso la vida de su familia, en la que se van sucediendo los recuerdos del padre (recientemente fallecido), su marido (fallecido en la Segunda Guerra Mundial) y su madre (fallecida hace diez años), lo que le permite a Welty dar saltos en el tiempo de una forma tan sutil como acertada, y lograr esa extraña simbiosis autor-obra de una forma mayúscula.
https://www.escritores.org/recursos-para-escritores/colaboraciones/2824-eudora-welty-la-hija-del-optimista
Comentarios