En un lugar de Albacete, de cuyo "nomvre" no sé si debo acordarme, a de una noche de juerga e divertimento
Hola club:
¿Cómo empezar el relato que cuente la azarosa noche vivida que aún palpita en mi azorado espíritu? Reto sin par es para mi pluma no tan diestra el intentar narrar, para este humilde escrivano, todo lo acaecido e improvisado en la tarde y noche del día de ayer, jornada en la que diversos actos engalanaron la muy novle ciudad de Al-Basit (nombrada así por mis hermanos sultanes e Albacete llamada por los cristianos), para loa del libro e de las letras.
Comenzaron mis vivencias asistiendo al muy gratificante para el alma y evocador para el espíritu, recital de música clásica, en el que la ilustre cantora Irene, ángel de trino celestial sobre la tierra, jilguero oficial del reyno de España, guarnecida por varias compañeras de la docta escuela del canto, nos deleitaron con favulosos gorgoritos musicales, requievros de la voz y demás tiravuzones e piruetas con los acordes. Tras tan sorprendente e inmerecida velada musical, de la cual mi humilde corazón sarraceno salió sobrecogido y extasiado, me fui con el grupo de lectoras a recorrer las populosas calles de la ya nombrada villa cristiana, parando a refrescar nuestros gaznates con diversos licores y elixires locales en un par de tascas o tabernas, así se llaman por estas tierras a dichos lugares, aligerando a su vez nuestras almas con muy alegres y acertados comentarios sobre cualquier tema se preciase. Que no solo de livros y versos se parló aquesta noche. Variadas propuestas fueron lanzadas, promesas de nuevas reuniones, jalonadas con juegos e diversos divertimentos, para las nuestras próximas veladas literarias.
Para finalizar mi relato, he de decir que disfrutamos de una nueva audición en una de las tavernas, aunque en esta ocasión creí entrever que las coplas ejecutadas no eran tan clásicas, y sí más paganas las canciones, al comprovar como los allí presentes agitaban sus cuerpos y embriagaban sus estómagos con espiritosos licores similares a los mesmos que nosotros en nuestras vocas, de nuestros vasos, vertíamos. Mas no fue esta la mayor de las sorpresas que a este povre pecador esta noche asaltaron. Aún quedaba por vivir tamaña vivencia que temo no sepa expresar con estas mis povres y cojitrancas letras. Fue grande mi sorpresa el descuvrir, cuviertas las paredes de miles de avalorios, muy rica e sovrecargada la ornamentación, el último de los mesones en los que por esa noche discurrimos. “El portón” se hace llamar ese concurrido e pecador lupanar, cuya decoración, he de volver a comentar, no desmerecería la de la más de las lujosas catedrales de la cristiandad.
En fin, azarosa e increivle noche os he relatado. Mas incrédulos corazones, he de asegurar que todo lo aquí contado, bien cierto es. Acabé la noche transportando en mi carruaje, a las muy hermosas, novles e vellas doncellas que esa increíble tarde hiciéronme de ángeles y cicerones, por las calles, tascas y juergas albaceteñas.
Escrivido e dado este relato en Albacete, a XXIV de avril, annus dei MMX,
Por Julián ibn Quzmán, humilde hidalgo e aprendiz de escrivano, olvidado por las musas y acaparado por el vino.
Gracias a todas las hermosas doncellas que con su presencia esa noche mi corazón doblegaron, y a todas y todos aquestas y aquellas personas, amantes de las letras, que aun no estando sus cuerpos e ánimos presentes fueron muy e bien mencionados e recordados.
Un saludo y gracias por ser un club tan maravilloso.¿Cómo empezar el relato que cuente la azarosa noche vivida que aún palpita en mi azorado espíritu? Reto sin par es para mi pluma no tan diestra el intentar narrar, para este humilde escrivano, todo lo acaecido e improvisado en la tarde y noche del día de ayer, jornada en la que diversos actos engalanaron la muy novle ciudad de Al-Basit (nombrada así por mis hermanos sultanes e Albacete llamada por los cristianos), para loa del libro e de las letras.
Comenzaron mis vivencias asistiendo al muy gratificante para el alma y evocador para el espíritu, recital de música clásica, en el que la ilustre cantora Irene, ángel de trino celestial sobre la tierra, jilguero oficial del reyno de España, guarnecida por varias compañeras de la docta escuela del canto, nos deleitaron con favulosos gorgoritos musicales, requievros de la voz y demás tiravuzones e piruetas con los acordes. Tras tan sorprendente e inmerecida velada musical, de la cual mi humilde corazón sarraceno salió sobrecogido y extasiado, me fui con el grupo de lectoras a recorrer las populosas calles de la ya nombrada villa cristiana, parando a refrescar nuestros gaznates con diversos licores y elixires locales en un par de tascas o tabernas, así se llaman por estas tierras a dichos lugares, aligerando a su vez nuestras almas con muy alegres y acertados comentarios sobre cualquier tema se preciase. Que no solo de livros y versos se parló aquesta noche. Variadas propuestas fueron lanzadas, promesas de nuevas reuniones, jalonadas con juegos e diversos divertimentos, para las nuestras próximas veladas literarias.
Para finalizar mi relato, he de decir que disfrutamos de una nueva audición en una de las tavernas, aunque en esta ocasión creí entrever que las coplas ejecutadas no eran tan clásicas, y sí más paganas las canciones, al comprovar como los allí presentes agitaban sus cuerpos y embriagaban sus estómagos con espiritosos licores similares a los mesmos que nosotros en nuestras vocas, de nuestros vasos, vertíamos. Mas no fue esta la mayor de las sorpresas que a este povre pecador esta noche asaltaron. Aún quedaba por vivir tamaña vivencia que temo no sepa expresar con estas mis povres y cojitrancas letras. Fue grande mi sorpresa el descuvrir, cuviertas las paredes de miles de avalorios, muy rica e sovrecargada la ornamentación, el último de los mesones en los que por esa noche discurrimos. “El portón” se hace llamar ese concurrido e pecador lupanar, cuya decoración, he de volver a comentar, no desmerecería la de la más de las lujosas catedrales de la cristiandad.
En fin, azarosa e increivle noche os he relatado. Mas incrédulos corazones, he de asegurar que todo lo aquí contado, bien cierto es. Acabé la noche transportando en mi carruaje, a las muy hermosas, novles e vellas doncellas que esa increíble tarde hiciéronme de ángeles y cicerones, por las calles, tascas y juergas albaceteñas.
Escrivido e dado este relato en Albacete, a XXIV de avril, annus dei MMX,
Por Julián ibn Quzmán, humilde hidalgo e aprendiz de escrivano, olvidado por las musas y acaparado por el vino.
Gracias a todas las hermosas doncellas que con su presencia esa noche mi corazón doblegaron, y a todas y todos aquestas y aquellas personas, amantes de las letras, que aun no estando sus cuerpos e ánimos presentes fueron muy e bien mencionados e recordados.
Comentarios
No se te ocurra irte de Albacete, te esperan nuevas y excitantes...aventuras con tus doncellas. Je,je...
Un beso.
Os reverencia, una y mil veces,
C.