“Gustará mucho a profesores de colegios y educadores, pues también es
una novela de aprendizaje y de crecimiento de jóvenes alumnos de una escuela
unitaria rural. Pero la humanidad del autor al tratar a sus criaturas acerca
este libro a cualquier lector: es de los libros que divierten y enriquecen, que
da pena acabarlo…” Es
un cometario extraído del blog, El club del Lector y
coincido con él. Creo que en nuestro club, con tantas compañeras y compañeros
relacionados con el mundo de la docencia tocará alguna fibra.
Paul Milliron, el narrador y protagonista, es un inspector de Educación Primaria a quien las autoridades encargan el cierre de las pequeñas escuelas rurales del Estado de Montana. Este brete traerá consigo los recuerdos de su propia educación en una de aquellas escuelas.
Sin duda, es grande el talento que Ivan Doig depliega en Una temporada para silbar, en el que sabe mover a sus personajes por paisajes fronterizos, duros y vírgenes, tanto física como moralmente. No les evita duras pruebas a través de las que deja adivinar el tejido contradictorio y noble del que están hechos.
Del mismo modo que al protagonista su trabajo como inspector de Educación le recuerda sus años de alumno en una escuela unitaria, el libro a muchas de las integrantes del club le trajo recuerdos de sus años en la escuela o de sus experiencias laborales como docentes. Eran otros tiempos, con muchas premuras y carencias pero con una fuerza y vocación con la que poco a poco se iba superando todo. Durante la tertulia se mencionaron las escuelas rurales de aldeas de Albacete como Casasola, Bolinches o Alcadozo y las caminas que unas y otros tenían que hacer para ir a la escuela de su aldea. Fue un reunión envuelta en muchos momentos en la agradable evocación de los recuerdos. Del libro gustó el lenguaje del autor, su manera de contar la historia y su maestría como paisajista de un tiempo y un lugar fronterizo donde las duras condiciones de vida hacían que se crease una comunidad fuerte para poder superlarlas. Hay frescura y dinamismo en muchos momentos de la historia e incluso algo de tensión en otros. También algún comentario crítico sobre lo lento que puede resultar al principio, haciendo incluso perder todo el interés por la historia. Un libro enriquecedor y que a algunas compañeras les dio pena terminar (esto último es de las mejores cosas que se puede decir de un libro).
Paul Milliron, el narrador y protagonista, es un inspector de Educación Primaria a quien las autoridades encargan el cierre de las pequeñas escuelas rurales del Estado de Montana. Este brete traerá consigo los recuerdos de su propia educación en una de aquellas escuelas.
Sin duda, es grande el talento que Ivan Doig depliega en Una temporada para silbar, en el que sabe mover a sus personajes por paisajes fronterizos, duros y vírgenes, tanto física como moralmente. No les evita duras pruebas a través de las que deja adivinar el tejido contradictorio y noble del que están hechos.
Del mismo modo que al protagonista su trabajo como inspector de Educación le recuerda sus años de alumno en una escuela unitaria, el libro a muchas de las integrantes del club le trajo recuerdos de sus años en la escuela o de sus experiencias laborales como docentes. Eran otros tiempos, con muchas premuras y carencias pero con una fuerza y vocación con la que poco a poco se iba superando todo. Durante la tertulia se mencionaron las escuelas rurales de aldeas de Albacete como Casasola, Bolinches o Alcadozo y las caminas que unas y otros tenían que hacer para ir a la escuela de su aldea. Fue un reunión envuelta en muchos momentos en la agradable evocación de los recuerdos. Del libro gustó el lenguaje del autor, su manera de contar la historia y su maestría como paisajista de un tiempo y un lugar fronterizo donde las duras condiciones de vida hacían que se crease una comunidad fuerte para poder superlarlas. Hay frescura y dinamismo en muchos momentos de la historia e incluso algo de tensión en otros. También algún comentario crítico sobre lo lento que puede resultar al principio, haciendo incluso perder todo el interés por la historia. Un libro enriquecedor y que a algunas compañeras les dio pena terminar (esto último es de las mejores cosas que se puede decir de un libro).
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