El
16 de abril nos dejaba el escritor chileno Luis Sepúlveda. Falleció
víctima del coronavirus en Oviedo, ciudad en la que se residía
desde el año exiliado de la dictadura de Augusto Pinochet. Cuando se
enteró de su muerte, Rosa Montero comentó:
Ha
muerto el genial Luis Sepúlveda. Lucho, amigo y gran escritor,
vencido por este mal bicho. Era tan vital y superlativo en todo que
aún no me lo puedo creer. Todo mi amor a su mujer, la poeta Carmen
Yañez, y a sus hijos. Leed Un viejo que leía novelas de amor, es
maravilloso.
Leeremos
y comentaremos estos días “UN VIEJO QUE LEÍA
NOVELAS DE AMOR”
para hacerle un pequeño homenaje y despedirlo como se merece.
Dentro de su extensa obra, una veintena de novelas, crónicas y
cuentos para niños, este es uno de sus libros mñas conocidos, del
que vendió 18 millones de ejemplares.
Sepúlveda
logró en el extranjero mayor reconocimiento que en su país natal,
con el que mantuvo una relación difícil y del que salió exiliado
en 1977, por su militancia desde temprana edad en las juventudes
comunistas y posteriormente del Partido Socialista.
Se mudó a Valparaíso y formó parte de un grupo teatral, siendo detenido de nuevo, esta vez condenado a cadena perpetua. Tras una nueva intervención de Amnistía Internacional se exilió, residiendo en varios lugares hasta asentarse en Quito, donde dirigió una compañía de teatro y participó en una expedición de la UNESCO para estudiar el impacto ambiental de la colonización en los indígenas Shuar.
Más tarde, Sepúlveda se enroló en la Brigada Internacional Simón Bolivar combatiendo en Nicaragua. Después, marchó a Alemania, trabajando como periodista y como corresponsal en países de América Latina y África. De 1982 a 1987 estuvo embarcado en un buque de Greenpeace, organización en la que después trabajó como coordinador.
Fue autor de novelas y relatos cortos, abundantes en temas ecológicos y autobiográficos, siendo un claro exponente del realismo mágico. De entre su obra habría que destacar Historias marginales o Últimas noticias del Sur, entre otros.
A lo largo de su carrera recibió premios como el Gabriela Mistral, el Tigre Juan, el Margarita Xirgu, el Pegaso de Oro, el Chiara o el Primavera, además de haber sido galardonado con la Medalla de las Artes y las Letras del gobierno francés. (lecturalia.com)
Son ahora mismo las doce y siete minutos de la noche, por lo que oficialmente es ya 23 de abril, Día Internacional del Libro. Un día para celebrar y de algún modo continuar celebrando el placer de la lectura, del modo en que lo disfruta el viejo que leía novelas de amor:
“Leía lentamente, juntando las sílabas, murmurándolas a media voz como si las paladeara, y al tener dominada la palabra entera la repetía de un viaje. Luego hacía lo mismo con la frase completa, y de esa manera se apropiaba de los sentimientos e ideas plasmados en las páginas. Cuando un pasaje le agradaba especialmente lo repetía muchas veces, todas las que estimara necesarias para descubrir cuán hermoso podía ser también el lenguaje humano”
Y como para continuar con esta modesta celebración del Día Internacional del Libro, os dejo un poema de Carmen Yanez.
Mujer
Cuánto diste, mujer:
siglos de luces
que no reflejaron las conciencias
tragadas por abismos de silencio.
Cuánto más:
raíces para contener la tierra
terciopelo del amor
una espiga hasta alcanzar el cielo
fértiles semillas del coraje
para un mundo habitado por la guerra.
Cuánto más.
Desde tus ojos
alboradas y nieblas,
revisión del juicio
a la esperanza de las flores.
Diminuta de pequeñas cosas
rescatadas de la infancia
en la escritura de los sueños.
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Cuánto más.
Hojas que cubren el pudor del universo
lagos generosos de aguas vírgenes
espesura del secreto
de las profundas raíces de tu tiempo.
Cuánto otoño
inundando la tierra
y un color crepuscular
en la corteza.
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